Imagen corporativa: la tarjeta de presentación de las empresas
Por David Somoza Mosquera
Son varios los factores que definen si una empresa es exitosa, como la calidad del producto o servicio, la atención al cliente y el recurso humano. Sin embargo, hay otro aspecto al cual hay que prestarle especial atención: en los mercados, donde la competencia suele ser feroz, resulta clave la percepción externa de la organización para atraer a sus potenciales clientes.
En ese sentido, nos referimos a lo que se conoce como imagen corporativa, que es el reflejo de cómo es una compañía, de su personalidad, de sus valores y hasta emociones, con los que el cliente se siente identificado. De allí que sea crucial para una organización, pues constituye su representación visual y está respaldada por los valores empresariales y la calidad del producto o servicio que ofrece a sus consumidores.
La imagen corporativa es la tarjeta de presentación de las organizaciones y las ayuda a preparar el camino para aumentar sus cuotas de mercado mediante la expansión de lo que sería la “huella dactilar” de su producto. De manera su manejo es importantísimo para el éxito de las empresas, pues de ello depende la percepción positiva o negativa que tendrá el cliente.
Esto significa que al momento de crear esa imagen esta debe ser coherente con los valores que representan a la compañía. De igual forma es necesario ser cuidadoso con cada elemento de la imagen de la organización: hay que mostrar coherencia con el mensaje, el estilo de comunicación y vocabulario empleado para que se corresponda con una idea visual global de la empresa.
La imagen corporativa representa la identidad de la empresa y cómo ella es reconocida por los clientes. Las corporaciones más importantes han mantenido durante décadas el logo que las representa: solo lo han modernizado, pero sin hacerle mayores cambios pues saben que la imagen debe tener solidez.
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