Por David Somoza Mosquera
Los empresarios de antes decían que un negocio marcha bien cuando se llevan bien las cuentas: por ello establecieron sus métodos para llevar la contabilidad. Este principio no ha variado y refleja la importancia de la contabilidad en las empresas como actividad fundamental, indistintamente del tamaño del negocio.
Con el correr del tiempo han cambiado las metodologías de contabilidad en la búsqueda de mejoras y mayor rapidez en los procesos. Ello acompañado por el avance tecnológico.
En este sentido, la contabilidad de costos es de gran ayuda en el crecimiento sostenido de las empresas, por lo cual deben comprender el valor de esta herramienta bien sea implantándola o dedicando sus esfuerzos por optimizarla en el caso de haberla adoptado.
Este sistema de contabilidad ayuda a determinar el costo de los inventarios de los productos fabricados y a definir el costo de los productos vendidos. con la finalidad de establecer la utilidad o pérdida.
Otra ventaja de esta herramienta contable es que permite preparar el estado de ventas y gastos de la compañía. De esta manera, la empresa cuenta con un mecanismo útil para planificar y controlar los costos de producción.
Además, la herramienta le permite a la empresa construir una fuente de información de costos, fundamental para elaborar los estudios económicos para la toma de decisiones relacionadas con la producción y las inversiones.
Una ventaja relevante de la contabilidad de costos es que permite a las compañías determinar las pérdidas económicas que podrían tener en cuanto al consumo de bienes, depreciación de activos y deducciones.
Esto resulta clave para las empresas porque facilita el cálculo rápido de costos relacionados con la elaboración de productos y la prestación de servicios, lo cual es necesario para que la compañía continúe sus operaciones.
El proceso de la contabilidad en los costos durante la pandemia ha ayudado a muchas empresas a pasar el temporal, al permitirles tomar medidas correctivas como rediseñar la cadena de suministros, reajustar sus políticas de precios y reformar la cartera de productos y servicios.
Igualmente, las compañías han adoptado otras iniciativas como redefinir los procesos productivos, cambiar el diseño de productos y/o servicios, focalizarse en aquello que les pueda generar rentabilidad e, incluso, reorientar sus estrategias.